31 de mayo de 2011

PENSAMIENTOS DE UN SUICIDA EN EL DIA MUNDIAL SIN TABACO.






  • Por: Psic. José Arturo Ramírez Guzmán.

    No tiene caso. No hay razón ya. O creo que nunca la hubo. Después de todo por algo tengo este impulso.

    Ahora me queda claro que lo que quiero es morir, desaparecer, desintegrarme, volver al polvo; polvo que no piensa, que no siente; ya no quiero sentir, esta vida me pesa. Demasiado.

    Quisiera vivir. Quisiera pero no quiero. Todo es tan confuso a veces. Pero ¿cómo morir sin morir? Si me disparo, seguro estaré muerto de inmediato. Si me arrojo al tren, lo mismo, y además no quiero que vean mis horribles interiores, mis intestinos y todo aquello que he comido por años, todo allí… dibujado en el suelo sucio y vil, pintado con mi sangre y mis humores verdes y amarillos, borrados poco a poco por la lluvia y por los perros... y las ratas. Y además está el asunto de la lástima. No quiero causar tal sensación. Algo tengo que valer como para tener una muerte digna.

    ¿Existe acaso otra opción?

    Y entonces veo el televisor… y las revistas y las películas y todo aquello que anuncia las ventajas del fumador, y me parecen atractivas, muy atractivas:


  • Me da estatus, pues no cualquiera puede comprar una caja de cigarrillos diariamente. Aunque eso atente contra mi ya de por sí mermada economía. Lo que importa es que vean que puedo.


  • Me hace ver interesante, inhalando suavemente y expulsando caprichosas figuras de humo. Aunque esas figuras incluyan la de la muerte, que se lleva en cada rollo miles de células de mis pulmones.


  • Me da pertenencia a un grupo, pues cada vez somos más y más los miembros del club que se reúne en las afueras de las oficinas para poder fumar. Aunque al regresar muchos prefieran no hablar conmigo por el intenso olor que despiden mis encías.


  • Pero sobre todo… me hace morir lentamente… viviré 7 minutos menos por cada cigarro que fume. O 15 minutos menos si es un puro delgado. Al finalizar mi cajetilla, me habré quitado 2 horas de vida. Minutos más, minutos menos.



¡¡Sí!! Después de todo, fumar es una forma muy suave de suicidarme, de morir sin morir. Y además es socialmente aceptable. Al menos por quienes no son de mi familia.